El desarrollo económico ya no puede considerarse sin tener en cuenta el impacto que tiene en el mundo que nos rodea. Los consumidores y las empresas son cada vez más conscientes de ello, y también los gobiernos han empezado a actuar en consecuencia
Es un hecho que, hoy en día, ya no se puede considerar el desarrollo económico sin tener en cuenta el impacto que tiene en el mundo que nos rodea. Debemos trabajar para maximizar todas las facetas de la sostenibilidad, y no podemos permitirnos subestimar los efectos sociales y medioambientales de las decisiones que tomamos. Los consumidores y las empresas son cada vez más conscientes de ello, y también los gobiernos han empezado a actuar al respecto, creando ministerios específicos para ocuparse del asunto.
Los países europeos son especialmente proclives a ello, ya que los fondos del Recovery Fund que estarán disponibles a finales de este año se basan en los principios del European Green New Deal, que tiene como objetivo la reducción del 55% de las emisiones de carbono para 2030 y la neutralidad del carbono para 2050. Francia cuenta desde hace tiempo con el Ministère de la transition écologique y España con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Más recientemente, Italia ha seguido el ejemplo con su recién estrenado Ministero per la Transizione Ecologica.
Existe una clara visión política de la sostenibilidad en toda Europa, que consolida la tendencia hacia una economía más circular. Los agentes públicos y privados deben actuar en consecuencia, alineándose con las directrices establecidas en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. La agenda 2030 tiene tres objetivos principales -crecimiento económico, inclusión social y protección del medio ambiente- que se recogen en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De ellos, cuatro son especialmente relevantes para el sector inmobiliario y de la construcción:
- Objetivo 7 – Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos. En concreto, dentro de este punto, son especialmente relevantes el sub-objetivo de duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética para alcanzar la meta del 3% de la ONU, y el de mejorar las infraestructuras y la tecnología para proporcionar servicios energéticos modernos y sostenibles;
- Objetivo 9 – construir infraestructuras resistentes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación;
- Objetivo 11 – lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Esto significa reducir el impacto medioambiental negativo per cápita de los habitantes de las ciudades, prestando especial atención a las normas de calidad del aire y a la gestión de los residuos urbanos. También debe aumentar el número de ciudades que promulguen políticas para aumentar la eficiencia de los recursos, adaptarse al cambio climático y crear defensas sólidas contra las catástrofes naturales;
- Objetivo 12 – Garantizar modelos de consumo y producción sostenibles. El mundo sigue utilizando los recursos naturales de forma insostenible y nuestra huella material global sigue aumentando, pero la pandemia ofrece una oportunidad para desarrollar planes de recuperación que construyan un futuro más sostenible.
Con estos objetivos en mente, los players del sector inmobiliario y de la construcción que aún no tienen una agenda de sostenibilidad deberían trabajar para desarrollar una y convertirla en una USP (Unique Selling Proposition) para su negocio, o arriesgarse a ser superados por los que sí la tienen.
¿Por qué?
Los edificios y la construcción son responsables del 40% de las emisiones globales de CO2, así como de un tercio de todos los residuos, lo que los sitúa entre los sectores más contaminantes del mundo. En Europa, el 30% de los 2.500 millones de toneladas de residuos producidos cada año proceden de estos sectores. Sin embargo, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, si fuéramos capaces de poner en práctica todas las iniciativas propuestas en el plan de acción de economía circular de la Unión Europea, en 2050 las emisiones del ciclo de vida de los edificios se reducirían en un 60% respecto a 2015.
La pandemia no ha hecho mella en el atractivo de las ciudades, pero ciertas tendencias en torno a la urbanización han cambiado. En concreto, aunque las ciudades han seguido creciendo, ahora se presta más atención a su atractivo en un mundo post-COVID. Este atractivo va más allá de las oportunidades que las personas obtienen al vivir en las ciudades, y se extiende a consideraciones de calidad de vida, seguridad y sostenibilidad.
En pocas palabras, el COVID nos ha mostrado que los riesgos de cola no son tan remotos como creíamos, y que el mundo es un lugar verdaderamente interconectado. No podemos vivir en nuestra pequeña burbuja y pensar que nuestras acciones no afectan a los demás y viceversa. Es nuestra responsabilidad mostrar una ciudadanía global junto a nuestras instituciones y empresas para garantizar un futuro mejor.
Además de ser buenos ciudadanos globales, actuar de forma sostenible es bueno para los negocios. Los players inmobiliarios y de la construcción deben darse cuenta de que tener una agenda corporativa sostenible no es un coste, es una inversión.
La sostenibilidad se está convirtiendo en un factor determinante a la hora de elegir dónde vivir, dónde ubicar la sede de las empresas o a qué contratista se adjudica una licitación. No tener una agenda de sostenibilidad corporativa es simplemente malo para los negocios.
Artículo originalmente publicado en MIPIM World Blog